- Qué alegría! Después de diez años en coma, Pablo por fin ha despertado de su estado crítico, me alegro mucho Paloma.
- Muchas gracias Olga… ya era hora de volver a ser una familia normal.
Pablo, un chico de ahora veintiséis años, tuvo un accidente de moto en el 2011, y estuvo a las puertas de la muerte. Suerte que es un chico fuerte y luchador y se salvó de caer en el sueño más profundo de todos: el final del camino de todo hombre.
- Bueno Pablo, y hoy diez de marzo del año 2021, ¿qué piensas hacer con tu vida?
- ¿Yo? Disfrutar lo que no he podido durante mi enfermedad. ¡Hay que ser optimista a pesar de todo! Y quién sabe, a lo mejor hasta siento la cabeza y me enamoro de una chica…
- Uy, pues en estos tiempos lo tienes difícil hijo… El único romanticismo que puedes encontrar está en internet.
- Tranquila mamá, que siguiendo vivo yo, el romanticismo va a volver a las ciudades, a los pueblos, a las calles y sobre todo, a las personas.
Días después, tras darle el alta al chico, cogió su agenda telefónica y llamó a sus antiguos amigos para celebrar una fiesta en su honor. Pablo pensó en lo cambiado que estarían todos, y en que incluso habrá alguno que rehiciera su vida en separado, pero tenía la certeza de que los verdaderos amigos que siempre han estado ahí irán para recuperar el tiempo perdido; y no mintió. De los veinte que eran en su grupo, solo ocho estuvieron a su lado, los que merecían la pena.
Ya en la fiesta, y tras en reencuentro lleno de abrazos, besos, y algún que otro llanto, Pablo empezó a buscar chicas para hacer que el amor en su puro significado volviera a estar presente, tal y como se lo dijo a su madre.
- Hola guapa, ¿te apetece bailar un rato?
- Lo siento… es que tengo ciber-novio, y le quiero mucho.
- ¡Pero cómo puedes querer a alguien a través de una pantalla! ¿Y si después resulta que es un violador que se hace pasar por un chico normal?
- ¡Eres muy anticuado tío!
Definitivamente, las cosas han cambiado mucho desde que Pablo tuvo el accidente. No se imaginaba volver a nacer para encontrarse con esto. Todas las chicas a las que las intentaba dar conversación, o no le hacían caso porque era muy ñoño, muy empalagoso o demasiado tonto como para no tener tuenti. Hasta que la vio al fondo de la barra. No sabía si era pura intuición o ese olor tan familiar el que le impulsó a caminar hacia ella.
- ¿Qué hace una chica como tú tan sola?
- Ya estamos, ¡otro plasta! ¡Que no tengo tuenti, ni facebook ni nada por el estilo, que no me gusta tener a hombres como tú en contacto!
- ¡Una chica con carácter! Me encanta… Además, creo que nos vamos a llevar muy bien tú y yo, porque a mí me gusta más expresar todo el amor en un beso que en un simple “tequiero” escrito en un comentario.
- Lo siento, esque estoy harta de que en estos tiempo solo importe cuánto quieres a una persona por las redes sociales… Me llamo Clara, ¿y tú?
- Yo Pablo, encantado.
Y el silencio se hizo entre ellos dos. No sabían qué decirse, solo querían permanecer así horas, mirándose a los ojos, sintiéndose almas gemelas.
- Bueno Pablo… tengo que irme. Si quieres algo, vivo en la calle Salvador, justo al lado de la plaza. Siento no tener móvil, es que me gusta ser libre y que no me controlen.
- Lo tendré en cuenta Clara, hasta más ver.
Pablo lo tenía claro en cuanto Clara la dio su dirección: al día siguiente iba a demostrar a todo el mundo que el amor se expresa mediante palabras que salen de la boca, y llegan hasta el corazón de la otra persona.
Eran las nueve de la mañana del día siguiente, y Pablo se presentó en el balcón de la casa de Clara con un megáfono, y suponiendo que Clara era una romanticona, empezó a recitar las palabras de una conocida película:
- ¡Buenos días princesa! He soñado toda la noche contigo… Íbamos al cine, y tú llevabas aquel vestido rosa que me gusta tanto. Sólo pienso en tí princesa, pienso siempre en tí.
Clara despertó al oír gritar a un loco por la ventana, y pensó en arrojarle un cubo lleno de agua fría. Pero en cuanto le vio, su corazón se descolocó por completo. Guiada por su instinto, bajó corriendo las escaleras y se fundieron en un beso apasionado.
- Pablo, tienes una mancha en el cuello, déjame quitártela..
- Es una mancha sí, pero de nacimiento, y además identifica cómo soy: tiene forma de corazón.
Entonces, Clara comprendió que no era su instinto lo que la llevaba a bajar las escaleras. Y Pablo también recordó de qué venía ese olor tan familiar…
- ¡Hola! ¿Cómo te llamas?
- Yo Clara y tengo seis añitos, ¿y tú?
- Yo me llamo Pablo, y también tengo seis años.
- ¡Eres un guarro! Tienes una mancha en el cuello.
- Mi mamá me ha dicho que es una mancha de nacimiento, y que como soy muy cariñoso, me ha salido en forma de corazón.
- Eres muy guapo… ¡ojalá de mayores nos volvamos a encontrar!
- Por si acaso, si no te vuelvo a ver… tengo que decirte que eres muy guapa.
- ¿Quieres ser mi novio?
- ¡Sí!
Y ahí te das cuenta, de que todo empezó mucho antes, de que no son intuiciones, son recuerdos que vuelven a aflorar, y que donde estén unas palabras bonitas, ¡que se quiten las mentiras de internet!