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Martes, 12 de Julio de 2011 10:31

Rehistoria de los humanos

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Año 3024. 12 de julio. La especie humana comenzaba a desaparecer, aunque algunos de sus vástagos todavía habitaban aquí. Eran rudos y nos utilizaban con fiereza; pues se habían dado cuenta de que les quedaba poco tiempo y querían prolongar su vida a toda costa. Nosotros, los metales, ya estábamos hartos y yo, su líder, había tomado una decisión: debíamos sublevarnos contra los que nos arrancaban de nuestro hogar y nos utilizaban para crear máquinas que al fin y al cabo nos perjudicaban a todos. ¡Son tan frágiles! Nosotros vivimos miles de años y ellos, a su siglo de vida, ya no tienen energía para nada o incluso antes, porque algunas de las máquinas que construyen les resultan perjudiciales y no se dan cuenta.

He mencionado antes que los humanos son frágiles pero también son brillantes. Han descubierto cosas increíbles a base de paciencia y estudio y también han sufrido por todas las catástrofes del mundo. En consecuencia, podrían utilizar su inteligencia para salvarnos, a todos, a nosotros, a la Tierra, a ellos mismos.

Esa misma noche aún nada estaba decidido; sólo sabíamos que teníamos que estar unidos para derrotar a un enemigo común: el humano.  No derrotarle, sino devolverle a sus orígenes, donde eran mucho más apacibles. Y, tras mucho pensar, tuve una idea genial: los humanos volverían de verdad a sus orígenes. Bastaba con que todo lo que hubiesen creado hasta entonces desapareciera de repente. Y así se decidió. La noche del 30 de julio, todos escapamos de nuestras prisiones y volvimos a nuestro hogar: la corteza, pero dejamos atrás a dos espías para observar el cambio ocurrido en los humanos. Cuando el sol salió a la mañana siguiente todo parecía ir bien, pero cuando los espías vieron a los humanos desorientados, supimos que habíamos triunfado. El principal problema de los humanos era que no tenían electricidad, con todo lo que eso conlleva; no podían comunicarse entre ellos, el caos lo gobernaba todo. Empezaron a quedarse sin comida y a enfermar, eran tan dependientes que ni siquiera recordaban como encender un fuego. Así fue como nos dimos cuenta de que, a lo mejor, nuestra decisión no era la más acertada.

Los humanos se estaban matando y nosotros no sabíamos qué hacer; en cierto modo nos sentíamos culpables. Era tan extraño… un día ellos vivían felices gracias a nuestro trabajo y a los dos días se estaban matando por conseguir la comida. Y así comenzó la matanza de los hombres: volvieron a sus orígenes y los pocos que quedaban se agruparon en tribus para poder sobrevivir. Tuvieron que volver a vivir su historia: pintar en cuevas, cazar para sobrevivir… Ellos no se daban cuenta pero yo comencé a ver un rayo de esperanza, pues ya no se utilizaba nada que contaminara. El planeta tenía una última oportunidad de salvarse y con él, todos nosotros. Los humanos comenzaron a poblar otra vez la Tierra y sufrieron un proceso de reconversión que, al fin y al cabo, nos salvó. Ellos lo recordaban todo pero tuvieron que volver a descubrir y a inventar todas las cosas que ya habían construido; volvieron a alcanzar su esplendor como especie. Eso fue lo que nos salvó, pues como especie habían madurado y habían aprendido de sus errores. Descubrieron una oportunidad de salvarse y se aferraron a ella como un naufrago a una tabla en medio del océano. Y la estudiaron con paciencia, como habían llevado a cabo todos sus grandes logros en la historia.

Utilizaron motores a base de las ganas de viajar de los viajeros a todos sus transportes, con lo que se redujo la contaminación.  Aprendieron a canalizar la energía de los rayos, para no tener que utilizar la energía nuclear, que contaminaba todo a su alrededor. Reutilizaban el agua, pues escaseaba y era necesitada por todos. Repudiaron los aerosoles, pues eran perjudiciales para la capa de ozono. La regla de las tres erres quedó patente hasta en la más pequeña población del más pequeño país y todos la llevaban a cabo. Respecto a nosotros, decidimos volver y observamos cómo había cambiado todo: se respiraba mejor, no había contaminación y se había reducido el efecto invernadero. Nos utilizaron de nuevo, pero con cariño y con paciencia, porque nuestra huida les había abierto los ojos. Y así, gracias a las consecuencias de nuestra desaparición y a la inteligente actuación de los humanos, el planeta se salvó y yo me sigo preguntando que tienen los humanos, que son capaces de destruir un mundo y luego hacerlo resurgir de sus cenizas.

Ultima modificacion el Domingo, 29 de Julio de 2012 18:33

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